jueves, 19 de septiembre de 2013

La Claraboya en sus XV


La palabra claraboya nos despierta una imagen precisa, la relacionamos con el ojo de buey de un barco que a través de su cristal ha asomado mares, tormentas y otros navíos de pechos metálicos desnudos. Pero más allá de esa interpretación, cuando en Tampico se habla de ella, se refiere también al foro que deja pasar la luz de las manifestaciones artísticas y culturales.
Hace más de una década, Juan José Villela, miembro fundador de este foro independiente en el sur de Tamaulipas, me convocó a participar.

Quizá era una tarde de octubre, no lo recuerdo bien, cuando sonó el teléfono y preguntaron por mí.  Era un tal  Villela, quien esa primera vez me llamaba desde Tampico. Yo no sabía de él, pero me dijo que recién me había conocido leyendo Cualquier día de la Semana, una plaquette editada tiempo atrás por el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes (CECAT).
Sucedía que junto a Oscar Okuzono, gerente de la librería del sur de Tamaulipas más importante por aquellos años, y otros entusiastas más, coordinaba las presentaciones de Claraboya Literaria. Un lugar para la reunión, la lectura en voz alta y la difusión de la literatura, el cual había encontrado espacio en el piso y entre los estantes de la Cristal.
Al reunir material para preparar un evento dedicado a las escritoras tamaulipecas, se topó con algunos textos de mi autoría. Aquella vez, aunque emocionada, le dije que no me sería posible hacer la distancia, asistir con mi avanzado estado de embarazo y mi pequeña hija de la mano; además de estar en el cierre de mi proyecto becario. Él insistió. Le dije que iría por las fiestas decembrinas al puerto y podría saludarle. Él insistió en conocer las palabras que por entonces me afanaban. Le envié una copia. Él insistió.
Así, el primer jueves del año 2002, Claraboya literaria comenzó sus quehaceres presentando una selección de poemas y comentarios sobre Estado de Gracia. Juan reunió lectores, público, prensa. Yo llevé la sidra para brindar por un afecto germinante.
Los fundadores de esta actividad, al tiempo, hicieron caminos divergentes, pero para Juan José Villela son 15 años. Muchos jueves, mucha obra, mucho talento, mucha entrega. Una labor alternativa que a todos enriquece. El objetivo inicial se mantiene: privilegiar las letras. Sin embargo él se propuso “abrir el abanico”, mantener un foro abierto para los creadores y las manifestaciones culturales; un escenario libre y gratuito para el público.
Claraboya es un sitio generoso que ha mantenido un hombre comprometido. Un hombre solo. Un hombre que sin más fuerza que el entusiasmo y más solvencia que la pasión, lo ha hecho posible. Miro hacia atrás y realmente la distancia me parece breve, quizá es la señal de que comienzo a envejecer. A lo largo de la travesía he asistido a la consolidación de ese espacio en el que muchos talentos locales y foráneos han podido compartir su obra, es decir, han podido crecer.
He visto a Villela cargar las bocinas en su auto, montar los cables, citar a ensayos, recorrer los medios de comunicación con un boletín informativo, acomodar las sillas, elegir las fotos, probar los micrófonos, secarse el sudor, anudarse la corbata, ponerse el saco y dar la bienvenida. Lo he visto transfigurar lugares: una librería, una plaza, un atrio… que son gracias a su esfuerzo punto de reunión, ebullición artística. El quehacer cultural extra muros, extra oficial, rompe fronteras inéditas.

Juan ha mantenido vigente y desempañada La Claraboya. Por ella Sigue contemplándose lo que a pesar de estar sujeto a la fragilidad del tiempo, no se desploma ni se convierte en fragmentos sino en tejido de nuestra memoria. Claraboya enfatiza a los artistas hechos y apuesta con la presentación de jóvenes creadores, es una mirada al pasado, otra al futuro y a la continuidad del arte.

Reitero el agradecimiento, la admiración a Juan José Villela por continuar con su obra de promoción cultural, sin importar hacia donde sople el viento y brindando a tantos una experiencia de vida, es decir, por eso de mantener abierto un lugar, dar cobijo a una parroquia y hacer que estar allí, encontrase en el camino siga valiendo la pena.


Columna publicada en el periódico Expreso de Cd. Victoria y La Razón de Tampico, Tamaulipas. 
Portales electrónicos: Gaceta.mx y La Región Tamaulipas.
 Publicado el  15 de Agosto, 2013

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