Es día 20 de marzo y escribo. Estoy contenta… ¿y usted?
Ciertamente hay situaciones que me afligen como caminar por esta ciudad capital y ver las columnas de humo blanco a lo lejos. La semana está a punto de concluir pero no el incendio forestal que consume la agreste vegetación de nuestra Sierra Madre. Las brigadas de protección se las han visto duras con el fuego aparentemente controlado pero no extinto.


Los partidos políticos ya han elegido a quienes serán sus candidatos para las próximas elecciones. De algunos grupos mal concertados también sale humo blanco mientras los observadores no participantes se divierten alrededor. Ustedes divididos, nosotros venceremos; seguro pensarán mientras celebran. La otra cara de la derrota suele ser el triunfo.
Las vacaciones de Semana Santa ya están en puerta, y aunque dinero poco hay, el circulante constreñido no impedirá que los ánimos de temporada y paseo decaigan. Que si nuestras carreteras son arriesgadas, que si nuestras playas no están certificadas, que si el desempleo está a la alza, que no todos tendremos días francos… ya verá usted, lo veré también, encontraremos la manera de no pasar por alto la fecha.
La que sí se nos escapó es la celebración del Día Internacional de la Felicidad. Será que apenas el 28 de junio pasado la Asamblea General de la ONU aprobó su inclusión en la agenda de los festejos internacionales. El hecho es que ni siquiera fue considerada como recurso de mercadotecnia, tomando en cuenta el enorme potencial que en ventas representa.  
Banalidades aparte, La celebración se ha nombrado apuntando a la necesidad de debatir los indicadores de desarrollo a nivel mundial. La iniciativa la encabezó el gobierno de Bután, un pequeño país sin vista al mar, situado entre las montañas del Himalaya al sur de Asia. Un reino budista que nos ha propuesto evaluar el desarrollo de los pueblos, centrando la mirada en el hombre, considerando el índice de la Felicidad Interior Bruta versus el Producto Interno Bruto que apenas representa el crecimiento económico y no refleja otros aspectos trascendentes para el ser humano.
¿Y cómo es posible cuantificar o realizar un análisis cualitativo del grado de bienestar de un pueblo?  
El Instituto Nacional de Geografía e Informática tiene datos provenientes del estudio que se realizó en nuestro país en enero de 2012 y en el cual los mexicanos manifestamos que el 83% de la población estamos total o moderadamente satisfechos con nuestra vida, siendo la mayor fuente de satisfacción la familia, la autonomía y la vida afectiva. El contra punto lo tenemos en la situación económica, el tiempo disponible y la educación.
El caso es que si los gobiernos tomaran más en serio esta propuesta, se establecería la felicidad como objeto de la política pública, buscando que los diversos actores sociales se incorporaran sumando esfuerzos en hacer de nuestro medio un buen espacio para vivir felices.
Posdata: La fiesta continúa. Hoy es día internacional de la poesía, equinoccio de primavera en pleno, y aniversario del Benemérito de las Américas. Cargue su energía, extienda sus banderas, vaya por más. Buen día para disfrutar.
 Columna publicada en el periódico Expreso de Cd. Victoria y La Razón de Tampico, Tamaulipas. 
Portales electrónicos: Gaceta.mx y La Región Tamaulipas.
 Publicado el   21 de marzo, 2013.