jueves, 13 de septiembre de 2012

Justicia y no palabras

El pasado 3 de septiembre, Guillermo Arévalo Pedraza, de 37 años, se encontraba en el Parque Viveros de Nuevo Laredo celebrando el décimo aniversario de su hija, cuando fue testigo junto a otras personas que se encontraban en el lugar, de la manera en que una lancha de la Patrulla Fronteriza Norteamericana hacía maniobras en el agua para impedir el cruce de un joven.
Los simples mortales desarmados de este lado, al ver que la acción amenazaba la vida del “mojado” comenzaron a gritar pidiendo que lo dejaran volver a la orilla mexicana. Los oficiales de migración, según las declaraciones y hasta el video de la evidencia, respondieron a tiros desde su territorio.
Guillermo perdió la vida al recibir una bala proveniente de la frontera norteamericana. Imagine usted la herida perenne en el corazón de su pequeña hija quien era motivo de la reunión en esa tarde funesta.
El Presidente Calderón, el Senado de la República y la Comisión de Derechos Humanos, entre otros, han reprobado públicamente el suceso. Del otro lado, la Patrulla Fronteriza mediante un comunicado admitió que sus agentes dispararon tras presuntamente ser atacados a pedradas desde el lado mexicano, señalando también que el asunto ya es investigado por el FBI.
Sucede que esa estampita la tenemos ya repetida, pues con el hallazgo del cuerpo de Juan Pablo Pérez Santillán en las inmediaciones del Puente Los Tomates en Matamoros/Browsville, se alegó la defensa propia de los uniformados gringos quienes se vieron forzados a disparar al ser atacados. sí, con piedras desde el lado mexicano.
Lo terrible es que hechos ominosos como los anteriores se han venido repitiendo en distintos puntos de la línea divisoria del norte. El pasado mes de mayo, los funcionarios de la Embajada de México en Estados Unidos se reunieron con los familiares de Anastasio Hernández Rojas, quien falleciera luego de una golpiza que le propinaron 20 oficiales en la garita de San Ysidro, California; mientras él permanecía solo e indefenso en el suelo, esposado y suplicante. La visita de las autoridades mexicanas fue para reiterar de parte de nuestro gobierno, la “enérgica condena” y revisar el estado de las acciones legales en curso de este suceso acaecido en 2010. Y hasta ahí el avance.
En este contexto, las palabras de la ahora viuda en Nuevo Laredo, cobran una fuerza que desgarra: “Quiero justicia, quiero justicia y no palabras
Columna publicada en el periódico Expreso de Cd. Victoria y La Razón de Tampico, Tamaulipas.
Portales electrónicos: Gaceta.mx y La Región Tamaulipas.
 publicado el 13 de septiembre, 2012.

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