domingo, 9 de mayo de 2010

Un, dos, tres por mí y por todos...




A Clarissa le gustan los hot cakes, soles brillantes
de mantequilla y jarabe en el universo del mantel...


Cuando los tiene en su plato les traza sonrisa de
mermelada, ojos de cajeta. A ratos deja de lado los cubiertos, pasa el índice por
sus caras morenas y chupa el almíbar de los semblantes desdibujados con su dedo.


Hace unos días cuando los vapores del comal
anunciaban su desayuno preferido, el cascabel de su risa no sonó. La observé
por primera vez comer panecillos redondos, sin personalidad, en medio de un
desabrido silencio que rompió con la pregunta: ¿Ni tú ni mi papá me matarían
algún día verdad?


Le dije que no, pero quise saber qué había
despertado su inquietud: Es que Paulette apareció muerta en su cama...


Ahora, los expertos opinan, hay una pérdida del interés
público en el caso que antes fuera el tópico más buscado en Google y ocupara un
aproximado de 3 600 notas en los medios informativos nacionales. Sin embargo,
el suceso estará presente en la memoria individual y colectiva, ya que nos ha
tocado a todos desde sus múltiples aristas. En lo personal, no estuve al
pendiente de los detalles presentados en las noticias, sin embargo cada tarde
al regresar con mis crías de la escuela, me ponían al tanto de los avances por
que en su momento eran las conversaciones a la hora del recreo.


A mí, como a los hot cakes de Clarissa, se me borró
la alegría esa mañana al recibir la constancia sobre la pérdida de una porción
de paraíso en su vida.


La mayor de mis hijas, con apenas 10 años, tiene
otra manera para manejar la trama de sus días: ¿Por qué te asusta encontrarte
con soldados si dices que están aquí para protegernos? ¿Por qué apuntan nuestra
camioneta si eres una mamá con dos niñas? ¿Por qué tengo que sentarme en la
tercera fila del auto? ¿Por qué mejor no piensas que nada malo va a pasar?


Cuando era menor, a seis cuadras de casa encontraron
el primer cuerpo, la niña iba a la misma escuela primaria que yo. Luego otras
pequeñas aparecieron muertas; víctimas de violación, golpes, quemaduras,
asfixia...


El chacal, llamaron los medios al asesino serial del
puerto. De madrugada, una vecinita dijo que alguien la observaba tras las
cortinas. Nuestros padres se armaron con lo que tenían en casa y salieron en
busca del criminal de entonces. Se acabaron para nosotras, el bebeleche en la
acera, las alas en la bicicleta, los saltos en el elástico y la cuerda. Aprendimos
a jugar adentro y a voltear hacia los lados si nos quedábamos solas. No pude
decir más: una, dos tres, salvación para mí y para todas mis amigas.


Me pregunto por las secuelas que estos tiempos
labrarán en nuestros hijos que crecen entre amenazas de pandemia, terremotos, crímenes y
balaceras. El tono que adquirirá su sensibilidad y fortaleza. Yo, les confieso,
aún tengo miedo al otro lado de la ventana si es de noche.


Eva sin paraíso: columna , publicada el martes 27 de abril en en el Expreso de Cd. Victoria el jueves 6 de mayo en Hellou, La Razón de Tampico,

Imagen tomada del menú virtual de Ihop

2 comentarios:

  1. esa rasgadura en el telar de la inocencia en verdad me sacudió los huesos. ¿Qué mundo abrasará a nuestros hijos con sus rojos y sus grises? Que sea su corazón un relámpago, un mar...

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  2. ASI LLEGÓ AL BUZÓN:

    Celestial: Excelente publicación...Eva...magistral.

    Juan Jose Villela

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