viernes, 4 de diciembre de 2009

Para que quede claroscuro

He recuperado este fin de semana algo de la brisa porteña: los amigos, la poesía, aquellas calles de Tampico -mis abandonadas- que a pesar del tiempo no me hacen efectiva la distancia.
Veintiocho años de esa costa chaparon mi instinto. Ahora me gusta volver al litoral de hombres y mujeres que anudan sus cuerdas, permanecen amarrados al mástil, se mantienen a flote.



Arturo Castillo, me invitó a presentarlo dentro del Festival Cecilia Sanz de Ridaura. Esta actividad cultural multidisciplinaria, llegó el viernes 13 de noviembre a la décima primera edición, y se ha venido consolidando durante sus temporadas, como un foro independiente, entusiasta, sin ánimo de lucro. Los organizadores lo dicen así: no nos reservamos el derecho de admisión. Todos los eventos son gratuitos.

 Durante este otoño, el programa se inauguró con el reconocimiento a la labor de promoción cultural, realizada por la señora Amparo González Berúmen, en fomento al desarrollo artístico de la zona conurbada y la presentación de la Cameratta Cortinas del Riego. También se presentaron durante las fechas siguientes: la colección de pintura “Al filo del tiempo” de Anne Peuker, el musical “Aquí adentro” de Yamani, “La casa de Bernarda Alba” dirigida por Sandra Muñoz y el Ballet Xochipilli Macuilxochitl con la propuesta folclórica “Del azul del mar al verde de la huasteca.”

El viernes 27, Arturo hizo una lectura de poemas, acompañado por el artista visual, Miguel Ángel Camero. Me pidió especialmente no mencionar nada acerca de su trayectoria, pues de alguna manera quienes asistiríamos lo conocemos de cerca y de años. Afortunadamente para Olivia -quien lo padece antes de cada una de sus presentaciones- en este festival, él se siente como poeta por su casa: leyendo entre amigos, echando a andar poemas inéditos que se publicarán algún día o tal vez nunca...
Porque a creer o no, de alguna manera esa noche decidirá la suerte de los textos que Castillo nos leyó. No dependerá de los aplausos, ni siquiera de los comentarios recibidos al final. Hay algo en el ambiente nocturno que llenamos con nuestras miradas opacas y diáfanas, con nuestros humores bruñidos de hastío; matizados de sol. Un bostezo mal disimulado, un ligero sobresalto; ese mojarse los labios, ese vidriar de llanto, el entuerto que se deshace veloz, el contorno de la sonrisa que se recorre despacio...
Son esas señales pronunciadas de nítido a turbio y viceversa; las marcas, el relieve para ayudarlo a distinguir la palabra que llegará a imprimirse.
Miguel Ángel Camero, por su parte me dijo, que el nombre del evento no tiene una relación con su contenido temático. Mientras para Castillo fue una selección de textos en proceso de luz; para Camero, una recuperación fotográfica sin colección hasta hoy; tomas a la sombra del capricho, con la necesidad de proyectar el juego de los objetos que se hacen presentes a la vista.
Durante la lectura estuvimos implicados en una ceremonia de contraste. Escuchamos el fragmento de un monólogo para teatro, luego seis poemas y en transición a la letra, visualizamos otras imágenes: del álbum familiar, del paisaje voluptuoso femenino, de habitaciones desnudas, de aridez, de palizada que viajó a la orilla. Así, hicimos la noche juntos para quedar en claroscuro.

Eva sin paraíso: columna en el expreso publicada el lunes 30 de noviembre 2009.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.