Una tarde en mi ausencia. Bajó de un salto ese puñado luminoso de sueño.
La Vera, quien últimamente me asusta con sus dotes de vidente, le escribió [Deja vú de lo que va a venir... canta Páez] este poema:
Pequeña gimnasta,
me habría gustado verte dibujar silencios en el aire,
la ligereza de tus manos
Alguna vez quise hacer de mis piernas un relámpago
(sólo aprendí a bogar entre la tinta).
Ahora, dulce reina de las hadas, vuelves eternidad el reflejo.
Marisol Vera
Altamira, Tamaulipas. Noviembre de 2009
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