El pasado 2 de diciembre, conmemoramos el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud. Oficialmente prohibida, esta práctica sigue tan vigente como antaño en nuestro mundo, ya que según estudios de organizaciones antiesclavistas como Anti-Slavery International, a principios de este siglo, la cifra superaba los 27 millones de individuos víctimas de este tipo de explotación, lo cual absurdamente se traduce en que es nuestra época aquella con índices más altos de esclavitud.
Muchos hombres y mujeres que no exponemos nuestros grilletes ahora, nos ufanamos del diario ejercicio de nuestra libertad… pero ¿Qué tan emancipados somos en realidad en este tiempo plagado de simulaciones y sofisticados artilugios para el control y dominio? Para mayor referencia, vámonos poniendo de acuerdo acerca del concepto esclavitud, pues hay características precisas que la distinguen de otras violaciones a los derechos humanos.
Somos esclavos si nos vemos forzados a trabajar a través de amenazas físicas o mentales, lo cual de entrada casi nos descuenta -¿o será cuenta?- a todos… ¿Cuántos afortunados trabajan gustosos sin ningún tipo de presión? Conozco compañeras que han regresado al grupo apenas días después de parir, por temor a no ser recontratadas… señores que se desuellan por darle a su familia un nivel de vida que nunca es suficiente o una legión completa de supermamás tiranizadas por las demandas de sus hijos, pues en el fondo tienen un sentimiento de culpa de no lograr ser lo suficientemente buenas.
Aunque esos son ejemplos de servidumbre ordinaria, los hay también de peluche, talento y grandes marquesinas, ya que somos esclavos si de alguna manera estamos poseídos o controlados por nuestro "empleador", recibiendo un trato deshumanizado al manejarnos como un bien o "propiedad" de compra y venta. Aquí entran como muestra nuestros artistas, ases del deporte y otras deidades de oropel… que dicho sea de paso, al enterarme de los contratos millonarios que los someten… me quedo tentada a declarar a sus opresores amos: ¡Soy suya, hagan de mí lo que quieran!
Otra de las características que nos define como esclavos es cuando tenemos restricciones a nuestra libertad de movimiento, es decir cuando nuestro corralito tiene sus límites muy definidos y alguien más es quien pone o quita la tranca. Y mientras esto escribo comienza la madrugada, mis hijas duermen… hay festejos en los que nadie me extraña, pues sin madre, suegra, hermanas o cuñadas cerca y con las amistades allá donde me invitaron… ¿Qué remedio para una Eva más sin paraíso?
Posdata dolorosa: Buscando cierta información por internet me apareció una liga, disfrazada bajo el nombre de creativos, que mostraba una linda chiquilla sin senos ni bello púbico aún, en posición de felatio con un hombre maduro. La invitación, traducida, para desplegar la acción con un click era: Niña de 10 da la gran mamada. Me quedé aturdida, y lágrimas de impotencia ante aquel hecho, no esperaron. La ONU ha detectado que las principales víctimas de la esclavitud en la actualidad son los niños y las mujeres que abastecen principalmente la demanda de servicios sexuales y de trabajo doméstico, aunque los hay bastantes también como mano de obra barata en otros sectores de la producción. Son millones las personas engañadas, vendidas, coaccionadas o sometidas a situaciones de explotación de las cuales no pueden escapar. Más allá del quejumbre sobre las ataduras ordinarias y asumidas, la esclavitud es algo serio y luego de confrontada con esta realidad he decidido celebrar, excepto el día 2 de diciembre, el No Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud… ¿me acompañan?
Fotografía tomada de: sonnecesariaslaspalabras.blogspot.com/2008 y www.ojodigital.com
. Autor: Lilith
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