Hoy dio inicio el décimo Festival Internacional de Tamaulipas. Los eventos del teatro Amalia se abrieron con la ópera intitulada Chamánika. De diez años a la fecha, sólo había asistido a algunos eventos programados en plazas y galerías.
Resulta que hace una década apenas me iniciaba en las lides de la maternidad y residiendo en una ciudad sin madres ni suegras, hermanas ni cuñadas propias... las salidas nocturnas y en pareja se volvieron literalmente imposibles. Luego, las hijas fueron creciendo y me encontré con el desastre de que no se permitía la entrada al teatro a niños menores a ocho años, lo cual me volvió público de banqueta y visitante de exposiciones a deshoras. Aún sigue pareciéndome absurdo que en los teatros no se cuente con un espacio familiar. Un lugar donde los niños puedan hacer preguntas durante el espectáculo y uno pueda pararse a media función cuántas veces sea necesario…
Alguna vez platiqué con el Arq. Miguel Ángel, director de la escuela de arquitectura de la ULSA y me decía que no, un tanto sorprendido, que no se planifican de ordinario los teatros en México con esos espacios: ¿Por qué expulsamos a las Evas y sus crías nuevamente del paraíso?
Cierto es que hay eventos para distintas edades… pero el recinto es para cualquiera: ¿A los cuántos años se inicia entonces la formación de nuevos públicos con apetencias artísticas? El gel del multiorgasmo se vende en horario vespetino en televisión abierta, las telenovelas y otro tipo de basofia televisiva a cualquier hora del día…
En fin, que la mayor de mis hijas ya casi pasa los ocho y la menor se acerca, lo cual me permite mentir en la compra de los boletos y decir que ambas están en edad de merecer la función. Esta edición del festival la celebré adquiriendo tres abonos, tres asientos en el primer balcón… y ahí estuvimos para la apertura con la ópera. No tengo carácter para criticar el desempeño de Olivia Gorra: Chamánika, la protagonista, quien lució todo el tiempo dueña de sí, del escenario y de su canto, pero Clarissa a media función, como suele hacer con lo que no es de su interés luego que se acercan las diez de la noche, optó mejor por dormirse y ni la multimedia, ni el ballet, las acrobacias, el vestuario, la orquesta o el canto lograron atraparla. Gracia en cambio, se dejó llevar por las propuestas de movimiento y coreográficas, yo, comprendí entonces a Víctor Hugo de cuando me decía que los musicales no eran para él, pues los diálogos y situaciones resultan inverosímiles. Cierto tonillo didáctico de la obra y hasta patriotero me mantuvieron alejada. Pero los demás estaban encantados, o así parecía pues se pararon a ovacionar a intérpretes, ejecutantes y directores involucrados.
Luego nos dijeron por alta voz, que por razones de causa mayor, el Tropicana se cancelaba y sustituía un ballet africano. A pesar de todo, yo estoy contenta de esta nueva etapa, de la oportunidad de arrullarse o despertar dada a mis crías y a la Eva que soy de estar en el paraíso…
Resulta que hace una década apenas me iniciaba en las lides de la maternidad y residiendo en una ciudad sin madres ni suegras, hermanas ni cuñadas propias... las salidas nocturnas y en pareja se volvieron literalmente imposibles. Luego, las hijas fueron creciendo y me encontré con el desastre de que no se permitía la entrada al teatro a niños menores a ocho años, lo cual me volvió público de banqueta y visitante de exposiciones a deshoras. Aún sigue pareciéndome absurdo que en los teatros no se cuente con un espacio familiar. Un lugar donde los niños puedan hacer preguntas durante el espectáculo y uno pueda pararse a media función cuántas veces sea necesario…
Alguna vez platiqué con el Arq. Miguel Ángel, director de la escuela de arquitectura de la ULSA y me decía que no, un tanto sorprendido, que no se planifican de ordinario los teatros en México con esos espacios: ¿Por qué expulsamos a las Evas y sus crías nuevamente del paraíso?
Cierto es que hay eventos para distintas edades… pero el recinto es para cualquiera: ¿A los cuántos años se inicia entonces la formación de nuevos públicos con apetencias artísticas? El gel del multiorgasmo se vende en horario vespetino en televisión abierta, las telenovelas y otro tipo de basofia televisiva a cualquier hora del día…
En fin, que la mayor de mis hijas ya casi pasa los ocho y la menor se acerca, lo cual me permite mentir en la compra de los boletos y decir que ambas están en edad de merecer la función. Esta edición del festival la celebré adquiriendo tres abonos, tres asientos en el primer balcón… y ahí estuvimos para la apertura con la ópera. No tengo carácter para criticar el desempeño de Olivia Gorra: Chamánika, la protagonista, quien lució todo el tiempo dueña de sí, del escenario y de su canto, pero Clarissa a media función, como suele hacer con lo que no es de su interés luego que se acercan las diez de la noche, optó mejor por dormirse y ni la multimedia, ni el ballet, las acrobacias, el vestuario, la orquesta o el canto lograron atraparla. Gracia en cambio, se dejó llevar por las propuestas de movimiento y coreográficas, yo, comprendí entonces a Víctor Hugo de cuando me decía que los musicales no eran para él, pues los diálogos y situaciones resultan inverosímiles. Cierto tonillo didáctico de la obra y hasta patriotero me mantuvieron alejada. Pero los demás estaban encantados, o así parecía pues se pararon a ovacionar a intérpretes, ejecutantes y directores involucrados.
Luego nos dijeron por alta voz, que por razones de causa mayor, el Tropicana se cancelaba y sustituía un ballet africano. A pesar de todo, yo estoy contenta de esta nueva etapa, de la oportunidad de arrullarse o despertar dada a mis crías y a la Eva que soy de estar en el paraíso…
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