domingo, 12 de octubre de 2008

10 años sin festival de gala




Hoy dio inicio el décimo Festival Internacional de Tamaulipas. Los eventos del teatro Amalia se abrieron con la ópera intitulada Chamánika. De diez años a la fecha, sólo había asistido a algunos eventos programados en plazas y galerías.
Resulta que hace una década apenas me iniciaba en las lides de la maternidad y residiendo en una ciudad sin madres ni suegras, hermanas ni cuñadas propias... las salidas nocturnas y en pareja se volvieron literalmente imposibles. Luego, las hijas fueron creciendo y me encontré con el desastre de que no se permitía la entrada al teatro a niños menores a ocho años, lo cual me volvió público de banqueta y visitante de exposiciones a deshoras. Aún sigue pareciéndome absurdo que en los teatros no se cuente con un espacio familiar. Un lugar donde los niños puedan hacer preguntas durante el espectáculo y uno pueda pararse a media función cuántas veces sea necesario…
Alguna vez platiqué con el Arq. Miguel Ángel, director de la escuela de arquitectura de la ULSA y me decía que no, un tanto sorprendido, que no se planifican de ordinario los teatros en México con esos espacios: ¿Por qué expulsamos a las Evas y sus crías nuevamente del paraíso?
Cierto es que hay eventos para distintas edades… pero el recinto es para cualquiera: ¿A los cuántos años se inicia entonces la formación de nuevos públicos con apetencias artísticas? El gel del multiorgasmo se vende en horario vespetino en televisión abierta, las telenovelas y otro tipo de basofia televisiva a cualquier hora del día…
En fin, que la mayor de mis hijas ya casi pasa los ocho y la menor se acerca, lo cual me permite mentir en la compra de los boletos y decir que ambas están en edad de merecer la función. Esta edición del festival la celebré adquiriendo tres abonos, tres asientos en el primer balcón… y ahí estuvimos para la apertura con la ópera. No tengo carácter para criticar el desempeño de Olivia Gorra: Chamánika, la protagonista, quien lució todo el tiempo dueña de sí, del escenario y de su canto, pero Clarissa a media función, como suele hacer con lo que no es de su interés luego que se acercan las diez de la noche, optó mejor por dormirse y ni la multimedia, ni el ballet, las acrobacias, el vestuario, la orquesta o el canto lograron atraparla. Gracia en cambio, se dejó llevar por las propuestas de movimiento y coreográficas, yo, comprendí entonces a Víctor Hugo de cuando me decía que los musicales no eran para él, pues los diálogos y situaciones resultan inverosímiles. Cierto tonillo didáctico de la obra y hasta patriotero me mantuvieron alejada. Pero los demás estaban encantados, o así parecía pues se pararon a ovacionar a intérpretes, ejecutantes y directores involucrados.

Luego nos dijeron por alta voz, que por razones de causa mayor, el Tropicana se cancelaba y sustituía un ballet africano. A pesar de todo, yo estoy contenta de esta nueva etapa, de la oportunidad de arrullarse o despertar dada a mis crías y a la Eva que soy de estar en el paraíso…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.