jueves, 5 de enero de 2012

10 años de estar en Claraboya


Es el primer jueves del año y estoy dispuesta al ritual de comenzar con la palabra. De nuevo en Tampico, una de mis orillas. Unas vez más con Claraboya, otra de mis ventanas.
Hace una década Juan José Villela, promotor cultural porteño, miembro fundador de este foro independiente me convocó a participar; entonces estaba a punto de alumbrar la segunda de mis hijas y escribía a cerca del Estado de Gracia que crecía semana tras semana, vientre adentro entre letra y letra.
Siempre hay una primera vez, y a veces otras más. A finales del otoño, llegaba como hasta hoy la invitación de Villela, y aunque hubo ocasiones en que no pude estar presente, Claraboya mantuvo la voz de mis poemas en esa lectura inicial. Todo este tiempo después, sigo dando las gracias.
Claraboya es un sitio generoso que ha mantenido un hombre comprometido. Un hombre solo. Un hombre que sin más fuerza que el entusiasmo y más solvencia que la pasión, lo ha hecho posible. Cuando uno vive la entrega de personas así, cualquier justificación que dan quienes hacen la promoción cultural desde el escritorio, con partidas presupuestal y discursos alegóricos, resulta inverosímil.
Han pasado diez años. Miro hacia atrás y realmente la distancia me parece breve. Quizá es la señal de que comienzo a envejecer. A lo largo de la travesía he asistido a la consolidación de este espacio dedicado inicialmente a la literatura y en el que ahora muchos talentos locales y foráneos han podido compartir su creación, es decir, crecer.
He visto a Juan cargar las bocinas en su auto, montar los cables, citar a ensayos, recorrer los medios de comunicación con un boletín informativo, acomodar las sillas, elegir las fotos, probar los micrófonos, secarse el sudor, ponerse la corbata. Lo he visto transfigurar lugares: una librería, una plaza, un atrio… que son gracias a su esfuerzo punto de reunión, ebullición creativa.

Hay quienes buscan granjearse el reparto de Claraboya, insistiendo que dirigen lugares ad hoc para la exposición artística. Sin embargo,  esa reducida visión del arte no llega a parte alguna; es el trabajo valioso, la mirada insólita del creador la que dignifica los espacios. El quehacer cultural extra muros, extra oficial, rompe fronteras inéditas.
Esta noche, en punto de las 8:30, iniciamos un ciclo más. Los espero en la Plaza de Armas, en ese café del centro de Tampico. Es tiempo de reencontrarnos, darnos un abrazo, leer o escuchar poemas para comenzar el año.








Columna publicada en el periódico Expreso de Cd. Victoria y La Razón de Tampico, Tamaulipas.
 Portales electrónicos: Gaceta.mx y La Región Tamaulipas
publicado el 5 de enero del 2012

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