martes, 29 de junio de 2010

Las intermitencias de la palabra

Hace unos días asistí invitada por la Coordinadora Estatal del Programa Nacional de Lectura, profesora Zeferina Azua Estrada, a presentar el libro La imaginación en letra de la niñez, publicado por la Secretaría de Educación en Tamaulipas.
El evento tuvo lugar la mañana del 15 de junio dentro del VII Foro, Expresión y Encuentro con la Historia, el cual reunió a más de 150 maestros integrantes de distintos equipos técnicos pedagógicos estatales y regionales, con motivo de promover su formación continua para mejorar las practicas docentes en el tratamiento didáctico de la historia.



El
modesto ejemplar cobra importancia al ser el resultado del esfuerzo de muchos maestros comprometidos por motivar el amor a la lectura y la escritura en las nuevas generaciones. La publicación reúne una muestra de la narrativa realizada por niños tamaulipecos en nivel básico: inicial, preescolar, primaria y de educación especial.
No es ningún secreto la grave deficiencia de nuestro sistema educativo, el cual aún no logra la formación de lectores y escritores más allá de lo funcional y práctico cotidiano. Aún recuerdo la aseveración de Felipe Garrido al referirse a la deuda social que tenemos con los pocos afortunados estudiantes quienes logran terminar una carrera profesional en nuestro país, pero no convertirse en lectores ni mucho menos en escritores competentes. De hecho, en nuestras universidades públicas y privadas se exige poco la lectura y la elaboración de trabajos escritos.
Cada vez es más lejana la figura de la tesis como medio para obtener un grado académico, en cambio se oculta esta carencia creando un sin número de mecanismos para lograr titular a quienes completan su período formativo en las aulas y las prácticas correspondientes de carrera.
Por ello es admirable el dedo permanente en el renglón que mantienen los convencidos de las bondades al desarrollo humano y social generadas con la enseñanza del uso creativo y recreativo del lenguaje. Felicito desde aquí al equipo tamaulipeco del Programa Nacional de Lectura que trabaja por la imaginación en la letra de la niñez.


Posdata luctuosa
.- El pasado fin de semana la Catrina anduvo visitando a la gente de letras. Se llevó a dos tan iguales como distintos uno del otro. José Saramago mue
re el viernes en Lanzarote, una de las Islas Canarias, y Carlos Monsivais en la Ciudad de México. Sus cuerpos sin vida se llevaron y trajeron por lugares públicos donde se improvisaron en su honor capillas ardientes.
Es jueves, aún no terminan los discursos y aplausos en su memoria. No terminarán. Dos hombres que amaron la vida, la reinventaron con su voz, trataron de explicarla con su lucidez y fuerza. Ahora que se han marchado, permanecen. Entonces, por mi madre también bohemios que uno cree en las intermitencias de la muerte.



Eva sin paraíso: columna publicada el 22 en el Expreso de Cd. Victoria y el 24 de junio La Razón de Tampico.

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