Slim es el tipo. Su capital es digno de aparecer entre los más grandes amasados por estos tiempos en todo el mundo. En contra parte, la simple Eva que esto escribe, paga la tarjeta de crédito cada mes mediante maromas y acrobacias financieras.
Tanta riqueza impune, resulta inmoral y aberrante. Sobre todo cuando me desuello al tratar de mantener en el aire como malabarista de circo todas las pelotitas que dan equilibrio a mis días, mientras otro robo descarnado, justificado en llamadas que nunca realicé desde mi casa o el cargo de servicios que nunca contraté, y nadie en su sano juicio haría como el cambio de contrato de residencial a comercial, se factura y cobra a mi nombre mes a mes.
Slim es el tipo. Vergotón y huevudo.
Soy puerquito de los muchos que se coge sin código ni expediente.
Error siempre a su favor.
Molestia en el escritorio.
Pellejo de algún millón de su fortuna.
Tanta riqueza impune, resulta inmoral y aberrante. Sobre todo cuando me desuello al tratar de mantener en el aire como malabarista de circo todas las pelotitas que dan equilibrio a mis días, mientras otro robo descarnado, justificado en llamadas que nunca realicé desde mi casa o el cargo de servicios que nunca contraté, y nadie en su sano juicio haría como el cambio de contrato de residencial a comercial, se factura y cobra a mi nombre mes a mes.
Slim es el tipo. Vergotón y huevudo.
Soy puerquito de los muchos que se coge sin código ni expediente.
Error siempre a su favor.
Molestia en el escritorio.
Pellejo de algún millón de su fortuna.
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