sábado, 19 de julio de 2008

Educar sin el ejemplo

Nadie de la familia le ha dado esos ejemplos. El mayor de mis tíos maternos fue corredor de salto con obstáculos pero ni siquiera yo lo ví en una pista. Sólo con la imaginaciòn, ayudada por algunas fotografías en blanco y negro y los relatos de mi abuela.

De ahí en fuera nada que justifique el gen deportivo de Gracia.
Heredó sin duda, la enegía inagotable de su papá y el carácter obsesivo de su madre. Quizá alguna hada le otorgó ese don kinésico. Todo este coctel por sus venas la define.

A los seis meses se puso en pie, a los ocho caminó. Eso le permitió debutar como madrina de pétalos al año. Aprendió letras y números representándolos con su cuerpo. Brinca de emoción, baila mientras come, y entrena desde los cuatro años.
A sus ocho, me levanta a las 6 de mis cómodas madrugadas de verano para entregarla a las 7 en el gimnasio, recogerla a las 12. Llevarla nuevamente a las 2, pasar por ella a las 4. Y ya saliendo la tarde, a nadar de 7 a 8.
Termino exhausta.




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