martes, 29 de diciembre de 2009

La SFP tampoco cree en Santa


Tenía cinco años, lo recuerdo bien. Esa mañana era fría, la familia había dormido en casa de los abuelos. Una luz cruda iluminaba la recámara cuando desperté, junto a mí amanecía una pelota color verde; redonda de nueva... también otros juguetes más que no recuerdo.
Salí al pasillo, mi padre tomaba café en la terraza y uno de mis primos se entretenía sonriente botando una pelota roja semejante a la que acababa de encontrar a mi lado. “Es que anoche vino Santa”, me explicó sonriente. Yo me asusté ¡Un extraño había entrado mientras dormía sin que nadie lo advirtiera, me observó de cerca y a un lado de la almohada dejó constancia de que había estado ahí! Se suponía que eran regalos por haber sido buena niña. Desconfíe del olor a plástico nuevo. ¿Cómo podía suceder eso? ¿De veras ninguno en casa se dio cuenta? ¿Podía quedarme con los obsequios de un intruso fisgón desconocido? ¿Por qué todos parecían tan conformes?
Mi madre me llamó desde otra área de la casa, papá también fue conmigo. ¿Quién es ese Santa Clos? Les pregunté siempre incrédula. 
Hay padres que necesitan mentirle a sus hijos para hacerlos felices, pero todos los engaños tienen la piel delgada, tarde que temprano la evidencia se trasluce. Aunque lo supe antes que muchos, no fui quien para deslavar ilusiones ajenas. Mi obsequio ese veinticinco fue saber que se puede vivir con la verdad. Aún conservo ese regalo, lo uso como sobretodo en este tránsito sin paraíso.
Ya estamos grandecitos para creérnosla, por si las dudas, la Secretaría de la Función Pública (SFP) ha bloqueado la chimenea de los funcionarios al hombre de rojo. Apenas un Santa light cabe por ahí.
La Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, es clara, y apenas permite regalos que no se aproximen a los 550 pesos o más exactamente: 10 veces el salario mínimo diario vigente en el Distrito Federal.
Han anunciado las lenguas antinavidades que el Grinch anda suelto, la SFP ha echado a andar operativos y exhortos. Ante sospecha, denuncia o inclusive de manera aleatoria se aplica el programa “usuario simulado”. Esta actividad pegará duro a los menos astutos y voraces, ya que consiste en enviar regalos anzuelo o realizar visitas inesperadas a los servidores y hurgar las faldas de sus pinos decembrinos.
Sin embargo, como son noches de paz y amor, prevalece la fe en nuestras autoridades y burócratas. La SFP brinda confianza a los servidores públicos, exhortándolos a registrar todos los presentes recibidos; especificando la fecha de recepción, el remitente, la relación que existe con éste y el costo aproximado del obsequio. Así cualquier dádiva que ponga en entredicho su imparcialidad o le resulte comprometedora, deberá de darlo a conocer de manera formal al órgano interno de control de la dependencia a la cual se encuentre adscrito, en un plazo no mayor a siete días hábiles.
Tres días después, luego de revisar si existe conflicto de intereses, se resolverá el paradero de las entregas con moño navideño.
Ya veremos este año de a cómo toca.

Eva sin paraíso: columna en el exprewsso
Imagen tomada de: images.google.com.mx


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