miércoles, 16 de septiembre de 2009

¡Viva México! Esa distinta hora

Para Giovanni, mi lector virtual
Aq vamos todos o la gran mayoría, preparándonos para la noche especial en que conmemoramos el inicio de la lucha por nuestra mexicanidad. No más señoríos indígenas ni virreinatos españoles, si no esa búsqueda con el porvenir izando nuevas banderas. Un motivo para festejar: ese recuento de los días que nos define, lo que llamamos nuestro pasado.
Era una niña cuando entendí el sentido de los actos rituales. Me lo dijo el zorro, en el capítulo XXI del El principito, la novela escrita por Antoine Saint Exupéry: Los ritos son necesarios, son lo que hacen un día y una hora diferente de las otras. De cierta manera nos renuevan y nos dan continuidad.
Mientras tanto, nos llegó nuevamente el mes patrio, y México vuelve a ser, para los mexicanos, ese lugar en el ombligo de la luna. Un poco lluvioso esta vez, por cierto.
Buscaremos reunirnos: organizaremos algo con los compañeros, convocaremos a los amigos, iremos con la familia, abarrotaremos las plazas principales sin importar los empellones; manoseos, pisotones y pellizcos. Es preciso la noche de la fiesta estar juntos, ser multitud, un solo grito.
Desempolvaremos el sarape, vestiremos sin pudor sombrerazos, bigototes o pelucas tricolores. Trenzaremos el cabello, nos iluminaremos las mejillas de verde blanco y rojo, las arracadas penderán igual que el badajo de una campana. Nada perteneciente a este territorio queda exento: edificios públicos, casas, calles, negocios, se engalanan también de bandera nacional preparando el escenario.
Cenaremos doraditos y tostadas, tacos, tamales o pozole, sopes y gorditas, chicharrón, guacamole, pambazos o frijoles... Mucha salsa muy picosa; que asome lágrima y moco. Beberemos agua fresca de limón; horchata o jamaica, champurrado, ponche, mezcal, tequila... ¡Salud!
Las banderas sacudirán al viento, los rehiletes revolverán el barullo del mariachi; las rancheras y el infaltable huapango de Moncayo.

Antes del tronadero de cohetes, las matracas y cornetas en la noche encendida de artificios y olor a pólvora... es Viva México, una verdad; un principio cierto e indudable. No confrontamos al padre de la patria y su fallida rebelión decapitada antes del año; la pasta débil de nuestros héroes de carne y hueso, la cáscara de cada letra que pronuncia: mexicano soy. Es la noche del romance patriótico y, aunque tenemos nuestra campana de dolores tañendo, ahora se trata de gritar viva; gritar fuerte. De nuestra capacidad de vibrar y tener fe. Viva México es el clavo ardiente del cual nos aferramos. Viva México es el sentido; la proclamación. Es el instinto de supervivencia dando su grito... ¡Y qué VIVA!
Posdata festiva: Ojalá que no nos llueva para poder disfrutar de la verbena popular, ojalá que si nos llueve se hayan tomado previsiones para seguir la fiesta, ojalá no se nos vaya la luz por fallas técnicas, ojalá haya tregua y ningún bombazo lastime a inocentes fervorosos, ojalá hagan su septiembre con la venta de antojitos y recuerdos, ojalá nos la creamos de una vez por todas y el grito también sea de los dientes para adentro, ojalá el orgullo no sea de un mes; un día, al fin y al cabo.

Eva sin paraíso: columna en el Expresso, lunes 14 de septiembre 2009

2 comentarios:

  1. Me resulta bastante raro (más en ti Eva) esa resignación que se asoma entre las líneas de este artículo, quizá sea para tomar un respiro, sería bastante válido sobre todo en estos tiempos turbulentos. Saludos.

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  2. Por cierto, muchísimas gracias por tu dedicatoria, estoy... ahopra verás: enternecido, agradecido, extasiado, emocionado, conmovido. De verdad, gracias por el detalle.

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