lunes, 20 de julio de 2009

Gimnasta de corazón

Ella intentó ponerse en pie agarrada de la red de su corralito. Lo hizo una vez, otra, muchas veces esa tarde. Lo logró. Tenía entonces seis meses; la vi erguirse y buscar mi mirada. Sonreía.
A gatas por la casa, comenzó a explorar los rincones cercanos. El mundo desde abajo: pero siempre volvía su mirada por encima de aquel horizonte inicial.
Su tercer reto fue asirse de una silla para incorporarse, y ya puestas las plantas en el piso, los brazos apoyados en el respaldo del mueble: dio de improviso su primer paso; sus muchos pasos con el apoyo de tan singular andadera.
El pasillo se extendía, el camino durante ese cuarto tiempo lo recorrió siempre de lado. El muro soportó la curiosidad que desde los brazos la empujaba. La pared era luego recámaras; cocina, travesía de asombros; pasaje de revelaciones. Tenía ya siete meses cuando la ví soltarse, confiar en su fuerza y equilibrio; ir por su pie hacia donde su intención la llevaba. Sonreía.
Alguien me dijo: si ha aprendido a confiar así en su cuerpo podrá convertirse en una buena gimnasta. Pero me olvidé de aquella profecía. Luego el traumatólogo diagnosticó que la manera en que sus extremidades inferiores se desarrollaban era un mal congénito: a los tres años la terapia física resulta desgastante, pero el ballet o la gimnasia ayudan de igual forma.
Estrenó su primer y único tutú siendo un cisne del lago de Tchaikovsky. Luego del festival buscamos otra alternativa. Llegamos a la escuela de gimnasia rítimica, que entrenaba –como hasta hoy- en una cancha de basquetbol del Parque Siglo XXI. Fue un encuentro transparente, probar un deporte que le pedía resistencia y soltura, ritmo y expresión, disciplina y nuevos retos. La certeza que el calendario se gastaría en sus movimientos. Sonreía.
Sus tardes, desde los cuatro años, han ido sumando horas de entrenamiento. Los huesos de sus piernas cambiaron su postura. Crecer ha sido aprender a moverse. Moverse ha sido enseñarnos quien es.
Esta vez pendían dos medallas de su cuello, buscó mi mirada entre el público. Recordé lo que hace mucho tiempo me habían dicho. Sonreía.
Posdata por encima del horizonte: El Campeonato Nacional de Fundamentos y Quinta Elite de Gimnasia Ritmica 2009 tuvo como sede Nuevo Vallarta, Nayarit. El evento, no se distinguió por su organización, pues fuera del hermoso marco natural y las instalaciones turísticas, la inauguración comenzó a destiempo, las delegaciones participantes apenas cabían en la alfombra durante el desfile inicial, el público veía las ejecuciones literalmente a espaldas de las gimnastas, muchos espectadores permanecieron de pie. Modestia a parte, Tamaulipas lo hizo muchísimo mejor el año pasado que le tocó ser anfitrión. La Escuela de Cd. Victoria, tuvo buenos resultados también este año, en Quinta Elite por ejemplo, las niñas alcanzaron dos cuartos lugares en su participación como solistas y otras más como duetos y quinteta. Nuestro estado en general destacó con esta y otras escuelas de sus distintos municipios. Gimnastas y entrenadoras demostraron su trabajo a pesar de que las condiciones desde el punto de vista deportivo no son las más favorables. Los sueños de estas deportistas apenas comienzan, es momento de apoyar su talento. Es tiempo para las gimnastas de corazón que el compromiso oficial sea permanente.

Eva sin paraíso: columna en el Expresso
Fotografía Elena Terán

1 comentario:

  1. entre las cosas más normales que alguna vez quise en mi vida fue la de ser gimnasta: danzar en la Luna, un soplo de estrellas, la canción del tiempo. La verdad nunca hice un mínimo giro sin rodar por el suelo como un hueso de durazno. Sub specie aeternitatis

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