Era un cubículo con paredes de vidrio ubicado en el primer piso de la Torre de Comunicación, edificio que albergaba los talleres de nuestra carrera cuando fuimos estudiantes. Si entre clases teníamos algún tiempo libre íbamos ahí a ver trabajar a César, aquel joven gurú de la informática, vestido en jeans, mocasines y gafas de pasta obscura. Él era el responsable del área de cómputo y nosotros acudíamos a seguir asombrados su actividad desde el cristal. Bien a bien no entendíamos lo que hacía, pero la presencia de esos aparatos y de César que parecía haberlos domesticado nos enorgullecía. Era asomarnos al advenimiento del futuro en nuestros días.
Fue también en los Ochenta, cuando de un aparato extraño parecido a un teléfono vi escurrir una larga hoja de papel. Mi jefe editorial me había dicho: Venga, esto nos lo están enviando de la agencia de noticias, ellos también tienen allá una máquina igual. Aún recuerdo la sorpresa con la cual leí esa información. Me parecía tan difícil de aceptar, observé con descrédito el reluciente fax de aquella oficina, creyéndola una nueva copiadora, sintiéndome víctima de una broma que nunca fue.
Hoy en nuestra casa, el fax y la computadora son utensilios cotidianos, sin embargo aun tengo clara la emoción de ese primer encuentro. Me imagino aquellos hombres de las cavernas haciendo el fuego o más adelante en la antigüedad cincelando mensajes en tablas de arcilla, descubriendo como se trazaban las letras con tintura y una pluma de ave o impresionados leyendo entre sus manos el primer libro impreso...
Hay quienes afirman que para entender la sociedad actual es importante entender la tecnología, ya que como afirma Antonio Bartolomé Pina en Concepción de la Tecnología a finales de los Ochenta: “las sociedades actuales se sostienen por un conjunto de tecnologías, que en cierta medida han determinado sus formas y contribuido a sus problemas.”
Los hombres de ciencia, buscan explicar el mundo y los tecnólogos en cambio se valen de estas explicaciones con el fin de transformarlo. Por esto, ciencia y tecnología son actividades que se complementan, pues luego de descubrir y entender algo, el hombre busca manipularlo a su conveniencia. Esta forma de actuar afecta y modifica todas las actividades humanas.
En el área de la educación, los grandes adelantos científicos y tecnológicos también se han incorporado transformando el quehacer de la enseñanza. La UNESCO reconoce “como un modo sistemático de concebir, aplicar y evaluar el conjunto de los procesos de la enseñanza y el aprendizaje” a la tecnología educativa.
Las nuevas tecnologías marcan un nuevo paradigma educativo. Este se resume en nuevos modelos, nuevas estrategias... es decir otra forma de enseñanza. Por ejemplo, entre las aportaciones más trascendentes del Internet a la educación, estarían el acceso rápido a la información de vanguardia, y la posibilidad de comunicación e interacción con instituciones o personas salvando las barreras geográficas y los costos que en otros tiempos hubieran significado... quien quiere visitar la Biblioteca del Congreso de E.U.A., tomar un curso a distancia desde una universidad en Sudamérica, hacer un recorrido virtual por el Museo de Louvre, participar en un foro internacional en línea... puede hacerlo conectándose a la red. El mundo se ha vuelto pequeño, la información –que no los conocimientos- están a un click de acceso...
La pregunta de despedida es ¿Estamos listos para participar activamente dentro de este nuevo paradigma o nos quedaremos fuera contemplando como quien ve desde la ventana el paisaje? Dicho de otra manera: Sin importar la edad ¿Qué tan viejos son nuestros maestros? ¿O acaso creemos que tiempos pasados son mejores y los mantenemos presentes en nuestra actuación cotidiana?
Fue también en los Ochenta, cuando de un aparato extraño parecido a un teléfono vi escurrir una larga hoja de papel. Mi jefe editorial me había dicho: Venga, esto nos lo están enviando de la agencia de noticias, ellos también tienen allá una máquina igual. Aún recuerdo la sorpresa con la cual leí esa información. Me parecía tan difícil de aceptar, observé con descrédito el reluciente fax de aquella oficina, creyéndola una nueva copiadora, sintiéndome víctima de una broma que nunca fue.
Hoy en nuestra casa, el fax y la computadora son utensilios cotidianos, sin embargo aun tengo clara la emoción de ese primer encuentro. Me imagino aquellos hombres de las cavernas haciendo el fuego o más adelante en la antigüedad cincelando mensajes en tablas de arcilla, descubriendo como se trazaban las letras con tintura y una pluma de ave o impresionados leyendo entre sus manos el primer libro impreso...
Hay quienes afirman que para entender la sociedad actual es importante entender la tecnología, ya que como afirma Antonio Bartolomé Pina en Concepción de la Tecnología a finales de los Ochenta: “las sociedades actuales se sostienen por un conjunto de tecnologías, que en cierta medida han determinado sus formas y contribuido a sus problemas.”
Los hombres de ciencia, buscan explicar el mundo y los tecnólogos en cambio se valen de estas explicaciones con el fin de transformarlo. Por esto, ciencia y tecnología son actividades que se complementan, pues luego de descubrir y entender algo, el hombre busca manipularlo a su conveniencia. Esta forma de actuar afecta y modifica todas las actividades humanas.
En el área de la educación, los grandes adelantos científicos y tecnológicos también se han incorporado transformando el quehacer de la enseñanza. La UNESCO reconoce “como un modo sistemático de concebir, aplicar y evaluar el conjunto de los procesos de la enseñanza y el aprendizaje” a la tecnología educativa.
Las nuevas tecnologías marcan un nuevo paradigma educativo. Este se resume en nuevos modelos, nuevas estrategias... es decir otra forma de enseñanza. Por ejemplo, entre las aportaciones más trascendentes del Internet a la educación, estarían el acceso rápido a la información de vanguardia, y la posibilidad de comunicación e interacción con instituciones o personas salvando las barreras geográficas y los costos que en otros tiempos hubieran significado... quien quiere visitar la Biblioteca del Congreso de E.U.A., tomar un curso a distancia desde una universidad en Sudamérica, hacer un recorrido virtual por el Museo de Louvre, participar en un foro internacional en línea... puede hacerlo conectándose a la red. El mundo se ha vuelto pequeño, la información –que no los conocimientos- están a un click de acceso...
La pregunta de despedida es ¿Estamos listos para participar activamente dentro de este nuevo paradigma o nos quedaremos fuera contemplando como quien ve desde la ventana el paisaje? Dicho de otra manera: Sin importar la edad ¿Qué tan viejos son nuestros maestros? ¿O acaso creemos que tiempos pasados son mejores y los mantenemos presentes en nuestra actuación cotidiana?
Posdata del sintemor y del sinpretexto para usarlas: Judit Minian en Aplicaciones del uso de la informática y tecnologías de la información y la comunicación en el centro educativo, aborda las ventajas y riesgos del uso educativo del Internet, enumerando 16 ventajas contra sólo 3 riesgos. Una balanza por demás desequilibrada. Por que si somos honestos reconoceremos que por cada bondad del medio está la contracara. Lo cual nos daría 16 desventajas o riesgos.
Ciberia no tiene intención pedagógica, el maestro sí. Por tal motivo las nuevas tecnologías no pueden desplazarlo. Para llegar al hombre se necesita corazón, aliento. Y ningún software, hardware, conexo o similar audiovisual, es sensible a la piel del otro. No. Los maestros no están en riesgo frente a las nuevas tecnologías, lo estamos como seres humanos si las convertimos por flojera, ignorancia o novedad en el recurso para el aprendizaje por excelencia.
Eva sin paraíso: columna en el Expresso publicado el 9 de Febrero 2009
imagen tomada de http://babygarza.googlepages.com/home
Esta muy padre, buenas preguntas pero si se convierte en una opción más, no creo (al menos para mí) que dependa tanto de aquello que se puede vislumbrar como humano, depende más de la educación que se esta dando como personas, ya no tanto esa educación netamente desgastada (como tema claro está) que es la de padres a hijos si no esa educación que queda pendiente, la de la entrega interactuada entre desconocidos, saber entablar y conocer a alguien, en fin, tener apertura. Saludos. Chida tu pluma.
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