A pesar de que aún faltan días para la fiesta, comienzo a sentirme como las guías de luces que se colgaron a manera de iluminar la navidad en la capital de Tamaulipas. Es decir, aún no llega el 24 y ya comienzo a sentir los estragos de la temporada, me fallan algunos focos y no coordino el ritmo de las intermitencias.
La PROFECO nos advirtió que había que tener cuidado con los foquitos hechos en China. Se compran pensando en engalanar los espacios y de pronto las guías comienzan a verse chimuelas… pocas horas de duración y calidad cuestionable ensombrecen la navidad, la chafean. En el peor de los casos hasta incendios pueden provocar.
Yo recuerdo a mi abuela extendiendo los cables, cambiando las luces fundidas. Acomodando las guías que debían alegrarnos las noches desde mediados de diciembre hasta la entrada de febrero. Ella sabía cómo mantener la navidad encendida. Ahora veo cuadrillas de hombres de la plaza al bulevar, y los focos pareciera que insisten en apagarse, algunos ornatos van camino abajo.
Quizá, lo bueno de estas fechas es que entre cánticos y villancicos, rezos, brindis y buenas intenciones, uno va quedando como en pausa y se dedica al festejo aún sin considerarlo.
Las calles se inundan de transeúntes, se abarrotan las tiendas; un frenesí de consumo nos mantiene colgándonos adornos extraordinarios: la ropa de estreno, el banquete abundante, regalos para repartir…
Esta puede ser la temporada de la paz y el amor en venta al mejor postor con cuotas diferidas a elección. El afecto desbordado llega a convertirse en banca rota, en desasosiego y altas cuestas. Es el alto precio de la felicidad en el mercado… aunque no es necesario pagarlo.
Aún sin vacaciones ni aguinaldo, me gustan las celebraciones decembrinas. Ese atavismo cultural que va en busca de lo sagrado y lo gozoso. La exaltación de la bondad y generosidad inherentes al ser humano.
Por lo pronto ya llevo unos kilos arriba, unos pesos abajo. Espero familia, obsequios, cariño… Y conforme a lo que ya he escrito, insisto en la esperanza como instinto de sobrevivencia. Hemos pasado por tanto, caminamos fuera del paraíso y sin lugar a dudas hay que creer que puede ser mejor; que esta vez sí.
Felicidades a todos, que lo bueno, lo mejor, les acompañe.
Columna publicada en el periódico Expreso de Cd. Victoria y La Razón de Tampico, Tamaulipas.
Portales electrónicos: Gaceta.mx y La Región Tamaulipas.
Publicado el 22 de diciembre de 2011.
Publicado el 22 de diciembre de 2011.
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