jueves, 12 de abril de 2012

Que no suba la marea


Hace tanto tiempo que no iba a la playa en Semana Santa que ni siquiera recuerdo la vez anterior que lo hice. Así, sin la memoria de entonces y más por la presión de dos hijas deseosas de mar acepté volver.
Como crecí en la costa sur de Tamaulipas me reservaba de asistir al llamado máximo paseo en días saturados. En casa se decía, de vacaciones la playa es para los turistas, nosotros la tenemos aquí. De esta manera la impronta de las olas me acompaña.
Las evocaciones marinas de mi infancia comienzan en un vagón que se acerca a la orilla sobre delgadas vías. Las mecedoras de madera que alquilábamos frente al mar y nos adormecían entre baños y sol. Un bikini que no era de licra con estampado de lunares blancos. La inmensidad azul al final del malecón. El saludo desde las escolleras a tripulaciones desconocidas. El asomo circular de las toninas. Las volteretas duna abajo. Las regaderas de los balnearios que nos tumbaban la arena. Años más con regreso en camión rojo. Luego, las manchas de chapopote que mi madre nos quitaba tallándonos la piel con petróleo.
Ahora visité Miramar junto a más de 100 mil paseantes. Aunque no me gustan las aglomeraciones y la densidad del tráfico, esta vez apenas lo sentí. El trayecto y la estancia se me fueron en observar el ánimo vital de quienes nos reunimos ahí. Tantas personas con ganas de estar bien. Tantas familias con ganas de estar juntas. Tantos sobreponiéndonos a la amenaza cotidiana.

El año pasado hubo 400 mil bañistas menos, con respecto a la cifra actual, que no se decidieron a salir de casa. Ahora, los hoteles y restaurantes costeros volvieron a sentir momentos de bonanza. Según reportes oficiales los destinos de playa en Tamaulipas incrementaron un aproximado del 51 %, la cifra tentativa es de 1 millón y pocos más visitantes.
Además, hace dos años que Miramar obtuvo el aval del Instituto Mexicano de Normalización y Certificación como playa limpia con bajos niveles de contaminantes, así como de materia orgánica, lo que valida su uso recreativo y convierte en anécdota las pecas de chapo.


Esta vez, la importancia por la seguridad era tangible. Hubo efectivos cuidando las sombras por arena, agua y aire. Mucha fiesta sin sobresalto. Muchas ganas de que no subiera la marea.
PD: Ya encaminada también me di la vuelta a las atracciones de las Fiestas de Abril que son una tradición de raigambre en Tampico. El panorama fue el mismo que ofreció Miramar: personas con ganas de estar bien, familias con ganas de estar juntas en la alegría, en el esparcimiento.
Ahora, sólo el contrarreloj de las horas que nos faltan para volver a las andadas. Ojalá y fuera posible que no vuelva a subir la marea.



Columna publicada en el periódico Expreso de Cd. Victoria y La Razón de Tampico, Tamaulipas.
Portales electrónicos: Gaceta.mx y La Región Tamaulipas.
 publicado el 12 de abril 2012.

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