No recuerdo artista más gozoso que Alejandro Rosales Lugo durante estos días preludio a su exposición en Texas. Una semana de estreno que incluyó además de su cumpleaños, la inauguración de Word Imprints el pasado jueves nueve de febrero en San Antonio.
Rosales en esta colección: lleva su Musgo donde enverdecen rostros de criaturas con cuencas destapadas, sus pétalos luminosos de instante; su hato de colores desdoblándose en el lienzo, su océano amoratado y encendido; sus azules laberínticos; sus figuras humanas en negro, en rojo y otra vez, muchas veces en rojo.
La vida vibra, bulle, arde en esta muestra del quehacer de Alejandro. Su pasión vital se derrama en pigmentos acrílicos que se resisten a la bidimensión.
El pintor se aleja de sus andanzas figurativas y recurre a la mancha, a la lectura abstracta de lo imprevisto para que emerja el cuadro. Alejandro es otro, repleto de sí mismo y sus caminos anteriores. Los tatuajes que comparte son el testimonio:
“Aquí esta mi memoria, los atributos que Dios me ha dado. En las palabras impresas en la piel del tiempo, el artista descubre los lenguajes de la poesía secreta. Un intenso amor por la vida que viene en mis manos, inventado por mis ojos, igual que un hombre ciego que toca lo invisible. Aquí estoy tatuado por palabras, como un árbol de un rio de espejos” escribe.
Un total de 15 obras de gran formato que fueron sumándose durante el 2010 y el 2011 son los que se expondrán hasta el final del mes en la galería de la UNAM en San Antonio, Texas.
Columna publicada en el periódico Expreso de Cd. Victoria y La Razón de Tampico, Tamaulipas.
Portales electrónicos: Gaceta.mx y La Región Tamaulipas.
publicado el 9 de febrero del 2012
publicado el 9 de febrero del 2012
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