El tema de las momias en Tamaulipas que pareciera una novedad, es tan viejo como rezagado. Los primeros estudios formales y exhumaciones de cuerpos momificados de cuevas en la entidad se comenzaron a realizar con la integración del INAH hacia 1930. Nuevas expediciones en los 50 encontraron más restos mortuorios y antes de fin de siglo, se habían catalogado múltiples restos humanos procedentes de sepulcros que van desde la época prehispánica a los albores coloniales.
Con un nuevo hallazgo incidental realizado por unos jóvenes excursionistas en 2006, pudieron reactivarse las investigaciones formales por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia, casi ochenta años después de las primeras incursiones.
El saqueo era evidente cuando los científicos arribaron al lugar. Al parecer curiosos, bandidos y exploradores eventuales llegaron antes que ellos. Por tanto, se han direccionado los estudios para llegar a entierros vírgenes, y así poder dar respuesta a hipótesis varias, surgidas de lo que ya se ha visto.
¿De qué nos sirve asomarnos a sepulturas ajenas, violentar descansos que se suponían eternos, llevar despojos humanos a la mesa de un laboratorio o a una sala de exhibición?
Con estas indagaciones en Tamaulipas, se pretende contribuir al ensamble del genoma mexicano, lo que a su vez será útil para establecer programas preventivos de salud pública que las futuras generaciones podrán gozar.
Más allá del interés clínico, los cadáveres humanos han ejercido una fascinación permanente entre los vivos. El jesuita Francisco de Ávila, quien formó parte de los evangelizadores en Perú durante la colonia, ya hablaba de la veneración de los indios a los cuerpos de sus ancestros, los cuales procuraban mantener y eran consultados a manera de oráculo e inclusive participaban en los festejos populares siendo trasladados por su familia. Si esta practica le resulta primitiva o macabra, dese cuenta que seguimos realizando los mismos rituales en pleno siglo XXI.
La llegada del 26 de octubre es para los yucatecos, una tradición que los remite al cementerio para limpiar los huesos de sus difuntos, luego exponerlos la víspera del dos de noviembre, lustrosos y envueltos en servilletas de tela bordada.
Las rotondas de hombres ilustres, no son otra cosa que la colección de restos en un mausoleo para su homenaje. Allá vamos con asambleas y discursos cada que lo marque el calendario.
Poner a trabajar a nuestros muertos es rentable también desde el punto de vista financiero. Tan sólo las momias de Guanajuato, según el representante de la empresa Firma Corporativa, concesionaria del museo donde se exhiben, declara que generan al año más de 22 millones de pesos de utilidad.
Así este asunto de los cuerpos incorruptos y sus fluidos, el mercado de la trascendencia tiene varios escenarios que van de lo científico, místico, cívico, religioso hasta el entretenimiento, con un público que se niega a dejar morir a los sin vida.
Columna publicada en el periódico Expreso de Cd. Victoria y La Razón de Tampico, Tamaulipas.
Portales electrónicos: Gaceta.mx y La Región Tamaulipas.
Muertas pero contentas: bolsillos llenos para el que las renta...
ResponderEliminarASÍ LLEGÓ AL BUZÓN:
ResponderEliminarMi madre decía con frecuencia que mientras alguien nos recuerde, no estaremos muertos. Sin duda en los diferentes rituales se esconde el anhelo de lograr la inmortalidad, esa terca resistencia a morir que tenemos los seres humanos.
Tus textos, además de gratos, me enseñan algo. Sé que el culto a los muertos es muy importante en Yucatán, que se cocinan platillos especiales y se erigen ofrendas como en casi todo el país, pero ignoraba que limpian y exhiben los huesos. Indagaré hasta dónde se consrva esa tradición. Y eso que vivo acó.
Gracias Celeste
Beatriz Bonfil