miércoles, 23 de diciembre de 2009

Regaloscopia: El obsequio que delata


Me gustan los regalos: de cumpleaños, boda, bienvenida, recuerdo, viaje, y por supuesto bajo el pino navideño. Aunque disfruto abrirlos, los prefiero bajo el misterio de su envoltura, por que cerrados está vigente la posibilidad de la sorpresa. También me gusta adquirirlos, envolverlos, entregarlos... pero por lo general no en un intercambio.
Más de cien años antes del nacimiento de Cristo, ya era usanza entregar y recibir regalos por estas fechas. Los primeros de Enero, los romanos de antaño se regalaban entre sí: amuletos, dijes, miel, higos secos y monedas de cobre a manera de atraer la suerte y la fortuna para el año que iniciaba.
Algunas preguntas que ahora caben son: ¿Cuántas regalos se entregaran sólo durante los días que nos restan del año? ¿A quién le llegarán más? ¿Cuántos expresan un sentimiento genuino de gratitud, admiración o amor? ¿Quién recibe los mejores? ¿Para quién los más costosos? ¿Habrá a quien de plano no le llegué nada? El aceptar obsequios o devolverlos ¿será un dilema moral para la mayoría de los ejecutivos, funcionarios o autoridades de este país?
El asunto regalo no es sólo una cuestión de economía o afecto, sino más bien un elemento cultural. Nos guste o no, la cantidad o tamaño de las cajas, las cintas, los colores y la textura de las envolturas,  los emplayes, las tarjetas que recibamos a nuestro nombre, mucho nos dice del poder de nuestras decisiones.
Hay un concepto que el criminólogo español Miguel Gallardo aborda: Regaloscopia. Este término se refiere a: “cuanto pueda permitir el conocimiento de hechos, personas y cosas relacionados con los regalos de todo tipo.” Entonces comienza a inquietarme la idea de por qué a un criminólogo le interesa el estudio de los regalos... ¿Qué delitos se encubren durante esta época con festivas envolturas navideñas? ¿Dónde termina un regalo y comienza algo más? Y si a caso contratáramos al experto para hacer un análisis in situ... ¿Qué evidencias incriminatorias pudiera encontrar sobre las faldas de los ya hasta oficialmente encendidos pinos navideños en Tamaulipas?
La orden sería: Para preservar la escena del crimen, favor de no abrir ningún regalo. Pasaremos a separar con bandas plásticas, el espacio que haya destinado para exhibir los posibles cuerpos del delito.
¿De qué se me acusa? Preguntaría el presunto responsable. De entregar este regalo. ¿Y yo por qué? Reclamaría el supuesto implicado. Por aceptar este obsequio. Ese moño siempre me pareció sospechoso.
Posdata sobre los regalos que no quisiera recibir:
-         una manzana de alguna madrastra.
-         la cabeza de otro Juan en charola de plata.
-         un caballo de madera para esta troyana con cien guerreros dentro.
-         Volviendo al génesis de esta posdata, y de la cristiana humanidad misma, la manzana de otra Eva. Dos veces sin paraíso en este único tránsito terrenal es demasiado.

Eva sin paraíso columna periodística: 
Expresso de Ciudad Victoria, 14 de diciembe 2009.  Expreso de Matamoros y la razón de Tampico, 15 de diciembre 2009

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