Bander4
de herejes del poeta peruano Jhonny Barbieri es uno de los libros del invierno
austral 2015. Esta primera edición consta de quinientos ejemplares que
emergieron en la época fría del año de Lima.
No
podía ser de otra manera.
En
sus páginas uno puede morir muchas veces para renacer con el velo del decoro al
descubierto. Barbieri ondea al viento de los tiempos el desenfado de andar por
la acera de enfrente, poniendo la palabra de lado de los insurrectos que en sus
horas de dudas y certezas hacen que la más oscura realidad brille ante nuestros
ojos.
El
recorrido se anuncia desde el epígrafe inicial con la voz de ultratumba de
César Moro: “Abrásame en tus
llamas, poderoso demonio”. Una vez advertido el lector, los puños de la verdad
se abren en tres capítulos [Rey hereje, Soplo divino, Post-Herejía] donde
continúan ardiendo los cuerpos de aquellos que se convierten en objeto de culto
del autor.
“La
gran poesía debe ser producto del riesgo absoluto. Los grandes poetas que he
aprendido a admirar han hecho esto. Han sido portadores de Dios.” Afirma el
escritor peruano cofundador de los grupos intelectuales Noble Katerba (1990) y
la MANO Anarka (1995), Jhonny Barbieri.
Bander4
de herejes es un libro escrito con pluma de cuervos. Jhonny remite a los trazos
de los vuelos en picada de Edgar Allan Poe, Verlaine, Bukowski, Saint-John Perse, Hölderlin, Pessoa, Artaud, Cocteau,
Nerval, Eluard, Rilke, Celan, René Daumal, Aimé Cesaire, Philippe Soupault, y
otros practicantes del descenso veloz, pronunciado, con los que ha tejido la
cartografía de su voz.
La poesía de Barbieri es una de las
expresiones de la actualidad literaria del Perú que esta vez conjunta en su
voluntad poética, una cadena de fantasmas, un túnel escavado a solas donde se agita
“la bandera de
los herejes hasta el fin de los días”.
Celeste Alba Iris
San Luis Potosí, México/Septiembre
2015.
/ cuatro versiones de Pessoa. Enumeración de la anatomía
Doce bigotes aleatorios. Cuatro heterónimos que se odian. Un reloj que acaba de enumerar el instante del fin. Dos velas para alumbrar el estallido de tus ojos. Trece curvas para salir corriendo de tus colmillos. Un ave próximo a ser vuelo disperso. Veinte barcos anclados esperando morir. Seis cometas que surcan el cielo haciendo una enredadera de posesos. Un árbol sin pulir. Un ataúd al aborde de su putrefacción. Un Pessoa por nacer. Varios caminos borrados para andar siempre presurosos hacia la nada.
Cuando era Bukowski
también me llamaban Bukoswski
y me gustaban los pájaros migrantes que había
en la nevera
me gustaba el guiso rojo de pájaros que maría
encarnación
cocinaba por las tardes aquella jovencita de cabellos negros
que cerraba suavemente sus ojos pardos como una
muñeca
de trapo frente a mí cada vez que me miraba me decía
Bukowski ya no bebas más y yo subía a la cama
y sólo deseaba tener el licor dulzón de sus
senos ungidos
dos martes y los pájaros vuelan antes de ser
comidos
su batir de las me han llevado detrás de maría
encarnación
y le he dado besos que nunca me ha pedido
es asqueroso amarla en presencia de las aves
le he quitado sus bragas blancas de jovencita
pobre
me picoteaba como las aves de a nevera pero
igual
alcé sus nalgas blancas redondas y la hice mía
abrazada a mí lloró por los pájaros violentados
que alzaban vuelo y se rompían en el acto mismo
de la fuga
fue la infinitud la insondable infinitud que nos rodeaba
desde un principio atrás quedaba maría encarnación
oliendo a poseso quedaba el vértice violáceo
quedaba el ala que echaba vuelo ala nada
me decían Bukoswski cuando iba por la acera de
enfrente
comiendo una manzana andrajosa bellamente
podrida
la manzana postrera del adiós agonizante
siempre
me decían bukowski cuando meaba en la pista
como un niño
y alcanzaba el otro extremo de la berma
y las viejas del vecindario me lanzaban
palabrotas y piedras
me decían Bukowski cuando reían en los
entierros
con mis dientes cariados viendo al muerto que
sería de mí
y nos reíamos juntos he corrido tras el bus dos cuadras
he saltado las barricadas de una casa para
dormir
en el jardín rodeado de setos multicolores
he dormido abrazo a un árbol que acaba de
crecerle barba
que acaba de eructar largamente es un árbol ebrio
que no puede sostenerse en pie sus frutos cuelgan
bajo un cielo raso que anuncia la garúa de
mañana
me decían bukoswski cuando iba por el barrio
latino con
la bragueta abierta haciendo gárgaras con la
coca cola de ayer
deletreando un diario viejo lleno de arrugas
voy calle abajo mirando las tiendas y ese
porshe negro
que pasa a gran velocidad con una mulata de
ojos grandes
que me ve pasar a gran velocidad mientras las
luces de neón
alumbran las calles y una puta vieja me jala en
una esquina
para decirme que me vaya con ella y yo la miro mientras
le tomo la cintura que me recuerda a maría
encarnación
sus ojos encendidos me recuerdan a maría
encarnación
sus cabellos rugientes me recuerdan a maría
encarnación
sus zapatos de tacones altos me recuerdan a
amaría encarnación
entonces voy con ella mientras me dice Bukowski
mío
y en ese cuarto lleno de estampitas de santos
pienso en maría encarnación
el sexo es lindo pensando en ella
el orgasmo en lindo pensando en ella la felación es linda
si sólo pienso en ella aunque sea una vieja
puta queme esté
succionando el alma salgo a tierra firme
compro una hamburguesa con queso la vendedora
me dice
señor Bukowski son cuatro dólares
no tengo ni un medio en los bolsillos pero
trata de ser feliz
mientras camino en el Bronx cantando un country
de
Jimmie Rodgers
los policías me cierran el paso sólo
encuentran tristezas y una botella de whisky
medio vacía
para mi media llena llego a casa a una casa cualquiera
no hay perros no hay mujer ni hijos ni maría
encarnación
estoy hecho un asco me quito los zapatos
desabotono mi camisa de enmohecidos cuadros
azules
mi bluyín lo dejo en el piso
voy al retrete anegado aún de heces
echo pasta dental a mis dientes viejos
el espejo me refleja un rostro ya casi borrado
por el acné
entro a la bañera
fumo un cigarrillo mirando la foto de marilyn
desnuda
por la ventana es invierno
y cae nieve
los años han pasado y poco a poco
la gente deja de llamarme Bukowski
tintinean las botellas vacías
la soledad de la cama cruje recordando sus
placeres
por fin soy libre
pienso que por fin seré feliz
/ posthumus. Historia de un ángel
Era un ángel
siete veces. Una calle oscura larga rudimentaria. Ojos grandes chicos saliendo
del interior para vernos. Una cara sin afeites con dientes fluidos. Desnudo
ante el crepúsculo que desnace cada mañana, su mirada hundida su cuerpo
envejecido su árbol que ayer se perdió. El ángel en blanco y negro a la sombra
de una grafía que borramos para no verlo más. Los rudos que nos circundan están
allí simulando estar al otro lado de este espacio inanimado que precede al fin.
Jhonny Barbieri
Lima, 1966. Estudió Lengua y Literatura en la Universidad Federico Villarreal y Sociología en la Universidad Mayor de San Marcos. Ganador del Premio de poesía Taiwán 2011. Es autor de los poemarios Branda (1993), El Libro Azul (1996), MAKA (1999), Jugando a ser Dios (2000), Carne de mi Carne (2002), La Virgen Negra (2003), Libro Hindú (2005), Yo es otro (2007). También ha publicado La Edad de Oro (cuentos, 2010), Corazón de abril (2011), Pampa de perros (novela, 2012) y Rotos todos los cabos (antología poética, 2013). Estudió Maestría en Literatura Peruana y Latinoamericana en la Universidad Mayor de San Marcos. Actualmente preside el Proyecto Editorial Independiente Casa Barbieri Editores.