martes, 28 de octubre de 2008

A 9 años de ser madre



Dejaste el vientre un día soleado
el llanto interrumpió una oración
Los dioses estaban contentos

Fui llanto también al recibirte
y un miedo despacito
interrumpía ese milagro

Abrías mucho los ojos
como estrenando con la mirada todo
y levantabas los brazos
de a poco la cabeza
gozosa de nacer

Me pregunté mil veces
si sería suficiente
para mostrarte el mundo
Me pregunté otras tantas
sobre mi derecho
de arrojarte a vivir
sin preguntar siquiera

Pero tú no te quejabas
pequeña fiesta de otoño
sonrisa de dos de la tarde
Los dioses estaban contentos
Fotografìa tomada por Víctor Hugo Olivares

lunes, 27 de octubre de 2008

“La oscuridad es otro modo de silencio”


Fuente amagada cierto mediodía
Palabra distendida bajo el vientre a modo de tropiezo de auroras
de marino fondo
garganta de secretos
Cruda llaga
tuerto agujero
Imagen de Pensamientos publicada por Calandria

lunes, 20 de octubre de 2008

Felicidades a todas!!!



He recibido esta felicitación y la comparto: ¡Salud! Por el viajecito...



Avui és el dia de les Dones Molt Guapes i Llestes Que T'hi Cagues, per tant, sisplau envia aquest missatge a algú que creguis que correspon a aquesta descripció. Sisplau, no me'l tornis a enviar a mi, perquè ja l'he rebut d'una Dona Molt Guapa i Llesta Que T'hi Cagues! I recorda viure amb aquest lema: La vida NO hauria de ser un viatge a la tomba amb la intenció d'arribar-hi segura, en un cos atractiu i ben conservat, sinó més aviat per arribar-hi patinant de costat amb una presa de xocolata en una mà i una copa de vi a l'altra, feta pols i cridant: 'Uaaal·la, quin viatge!!

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Hoy es el día de las Mujeres Muy Guapas y Listas Que Te Cagas!
por lo cual, envia por favor este mensaje a alguien que creas que
corresponde a esta descripción. Por favor, no me lo envies a mi, porque yo ya lo he recibido
de una Mujer Muy Guapa y Lista Que te Cagas!
Recuerda vivir con este lema: La vida no debería ser un viaje a la tumba
con la intención de llegar segura, en un cuerpo atractivo y bien conservado,
sino más bien, para llegar patinando de lado, con un trozo de chocolate en una mano
y una copa de vino en la otra, hecha polvo y gritando: U-la-la...qué viajecito!!

jueves, 16 de octubre de 2008

Cisnes puntuales


No se vale. Luego de dos noches de de comenzar tarde, me dejé de prisas y llegamos al 15 a las 9 al teatro.
Nos detuvimos en el módulo de souvenirs que instaló la compañía de ballet a la entrada, de pronto alguien abrió las puertas de acceso a la sala y escuché la música. Subimos de prisa a nuestro balcón y la obra había comenzado, por lo visto desde antes que hubieramos llegado: Sigfrido y la corte estaban en plena celebración.
Nunca se sabe. Citan alas 8:30 y el comienzo es totalmente impredecible ... esta vez los cisnes llegaron puntuales.
Pero no sólo eso, fueron cisnes incansables y desvelados. Salimos de la función a las 11:30 de la noche. Hubo personas, no muy al pendientes de la trama, que se levantaron a aplaudir al final del tercer acto, creyendo que todo concluía con un Sigfrido enloquecido de confusión y una Odette lejana y cautiva.
O de plano nadie se enteró de la historia ... o hay más de los que creemos que celebran el triunfo del mal sobre el amor...

Diana Vishneva - Swan Lake - Photo Natasha Razina
imagen tomada de danzaballet.com

miércoles, 15 de octubre de 2008

Delicioso al African Style


Recibí invitación oficial para ir al homenaje del conjunto típico tamaulipeco, a la piñata de la hija de Leo y había hecho planes para que las niñas fueran con su padre esta noche al teatro. Pero tuvimos también tareas escolares atrasadas, llamadas telefónicas de la familia, por lo menos tres lavadoras de ropa sucia y una de remojo, compra de útiles escolares de emergencia y hasta una visita que nos trajo como obsequio dos tortugas galapago. Cuando por fin las tareas estaban listas, la ropa tendida, actualizada de novedades la familia, los útiles necesarios en las mochilas, el regalo envuelto, las niñas y el padre bañados y vestidos para la ocasión, y yo presta a un respiro planchando los uniformes para mañana y acomodando la ropa limpia, lo supe.
Me metí a bañar resignada, y a la piñata llegar, ni queriendo, pero el ballet africano me latía lo suficiente para irme sin cenar, de prisa y sintiendo los estragos del día. Del conjunto típico ni me acordé pero al llegar a la plaza alcanzamos huapangos y polkas no así acceso al teatro de primera instancia, pues tendríamos que esperar la llegada del gobernador, que a su vez estaba varado en el homenaje al típico a estas horas fuera totalmente del programa.
Vimos un poco de danza, compramos artesanías, saludamos a más de un conocido… y esperamos. Luego nos dejaron entrar al Centro Cultural pero como aún ni la primera llamada, entretuve a las niñas comprando refresco, comiendo cacahuates, llendo al sanitario… y esperamos. A la segunda llamada nos fuímos a nuestras butacas, no reconocí de entre los asistentes cercanos alguno del día anterior, luego de un rato las personas empezaron a aplaudir desesperadas, rechiflaban, nosotras hicimos lo propio que en ese caso les parecía impropio a quienes estaban sentados en la parte de enfrente al escenario, muy cerca de los lugares del gobernador, del presidente municipal, y sus esposas. Ellos no aplaudieron y la boca cerrada, sólo volteaban hacia nuestros asientos con gesto de sorpresa y reproche… y esperamos.
La función empezó con más de una hora de retraso. Clarissa ya se había acomodado en su asiento y bastó un poco de música y las luces apagadas para entreabrir sus ojitos en blanco y dejar escapar un hilillo de baba. Gracia aguantó despierta y se prendió. Nos prendimos. La mayoría en el teatro se prendió. Aunque mis vecinas de los asientos traseros desobedecieron la solicitud de apagar los celulares y conversaban con sabe quién a media función, y luego estiraban las piernas y me pateaban la espalda y se quejaban y se quejaban de estar ahí sin el Tropicana en el escenario. Entonces pensé que el horario tampoco era el apropiado para llevar a niños al teatro, pues en mi caso eran las siestas más caras que le he pagado a la menor, pero que había algunos adultos que molestaban más que cualquier chiquillo, de seguro porque de pequeños no los llevaron o dejaron entrar tan seguido.
En cuanto a la puesta en escena al African Style, fue completamente en inglés y sin ninguna especie de subtítulos o traducción simúltanea, lo que tal vez también pudiera explicar la inquietud de las de la fila de atrás. Pero la palabra literal que encuentro para calificarlo es: delicioso. Qué ritmo, qué cuerpos, qué movimientos, qué forma de hacer su música, qué delicioso. La espera valió la pena.

domingo, 12 de octubre de 2008

10 años sin festival de gala




Hoy dio inicio el décimo Festival Internacional de Tamaulipas. Los eventos del teatro Amalia se abrieron con la ópera intitulada Chamánika. De diez años a la fecha, sólo había asistido a algunos eventos programados en plazas y galerías.
Resulta que hace una década apenas me iniciaba en las lides de la maternidad y residiendo en una ciudad sin madres ni suegras, hermanas ni cuñadas propias... las salidas nocturnas y en pareja se volvieron literalmente imposibles. Luego, las hijas fueron creciendo y me encontré con el desastre de que no se permitía la entrada al teatro a niños menores a ocho años, lo cual me volvió público de banqueta y visitante de exposiciones a deshoras. Aún sigue pareciéndome absurdo que en los teatros no se cuente con un espacio familiar. Un lugar donde los niños puedan hacer preguntas durante el espectáculo y uno pueda pararse a media función cuántas veces sea necesario…
Alguna vez platiqué con el Arq. Miguel Ángel, director de la escuela de arquitectura de la ULSA y me decía que no, un tanto sorprendido, que no se planifican de ordinario los teatros en México con esos espacios: ¿Por qué expulsamos a las Evas y sus crías nuevamente del paraíso?
Cierto es que hay eventos para distintas edades… pero el recinto es para cualquiera: ¿A los cuántos años se inicia entonces la formación de nuevos públicos con apetencias artísticas? El gel del multiorgasmo se vende en horario vespetino en televisión abierta, las telenovelas y otro tipo de basofia televisiva a cualquier hora del día…
En fin, que la mayor de mis hijas ya casi pasa los ocho y la menor se acerca, lo cual me permite mentir en la compra de los boletos y decir que ambas están en edad de merecer la función. Esta edición del festival la celebré adquiriendo tres abonos, tres asientos en el primer balcón… y ahí estuvimos para la apertura con la ópera. No tengo carácter para criticar el desempeño de Olivia Gorra: Chamánika, la protagonista, quien lució todo el tiempo dueña de sí, del escenario y de su canto, pero Clarissa a media función, como suele hacer con lo que no es de su interés luego que se acercan las diez de la noche, optó mejor por dormirse y ni la multimedia, ni el ballet, las acrobacias, el vestuario, la orquesta o el canto lograron atraparla. Gracia en cambio, se dejó llevar por las propuestas de movimiento y coreográficas, yo, comprendí entonces a Víctor Hugo de cuando me decía que los musicales no eran para él, pues los diálogos y situaciones resultan inverosímiles. Cierto tonillo didáctico de la obra y hasta patriotero me mantuvieron alejada. Pero los demás estaban encantados, o así parecía pues se pararon a ovacionar a intérpretes, ejecutantes y directores involucrados.

Luego nos dijeron por alta voz, que por razones de causa mayor, el Tropicana se cancelaba y sustituía un ballet africano. A pesar de todo, yo estoy contenta de esta nueva etapa, de la oportunidad de arrullarse o despertar dada a mis crías y a la Eva que soy de estar en el paraíso…

jueves, 9 de octubre de 2008

Mauricio me entiende


Leo no sin cierta pena, cierta frustración las exiguas entradas de este cibersolar. Ahora que estoy en la narrativa de Mauricio Ortiz, me sorprende la cantidad de Adanes sin paraíso que más que sueltos andan igual de atados por el mundo. Mauricio me entiende cuando habla del malabar como estilo de vida.





Malabarismos

Qué malabarismos hay que hacer para que la vida no pierda su incierto y precario equilibrio. El día empieza endeudado porque la noche anterior terminó al dar el reloj sus horas veinticuatro cuando se necesitan cuarenta. Cuántas cosas por delante y simultáneas, ya todas caducas al nacer, todas para ayer, como se dice. Las cosas que por fuerza hay que hacer y las que uno quisiera, las prioridades y las cosas secundarias, las importantes, las triviales, las innecesarias. Cosas buenas y cosas malas, asuntos alivianados y el trabajo sucio, reuniones excitantes, juntas aburridísimas, labores absurdas, tareas inteligentes, estupideces, ocasiones, felicidades varias.
Se trabaja a destajo y siempre sobre el tiempo, se maneja el marcador para también hechar la hueva. Aquí y allá un hueco con los cuates, alguna apresurada infidelidad porque si no cuándo nos veríamos, y luego la cama conyugal y el aroma de una virtual chimenea encendida. ¿Jugamos?, dicen los niños y cuánto quisieramos pero ahora no, tengo tanto trabajo. Pasan semanas y los meses y uno es experto en las broncas del país y del prójimo, pero mi corazón: sus misterios y preguntas, sus angustias, su fuego, su sed.
Llega el día en que empezamos a quedar mal, Primero que nada ante uno mismo, las metas y ambiciones, los planes tan caros que se posponen si más. Van quedando en el camino el asunto más odioso o el menos brillante o el que paga mal, pero al rato es también el proyecto más difícil o el que más apremiaba o el que uno respeta más y no quiere malograr. Y luego es quedar mal con los otros, que quedan a su vez mal con uno y la cadena no tiene para cuando terminar. Se queda mal con la patria y en consecuencia ante los muertos y de paso con la humanidad.
Malabarista de semáforo con más pelotas de las que uno puede razonablemente malabarear. Primero cae una y hay que mantener la sangre fría para no intentar recogerla porque las otras doce se caen. Dos chocan en el aire y se desvían, y cuidado del que las siga por que se caen las demás. Uno quisiera deshacerse de algunas, esas pelotas grandes y pesadas de color gris que ensucian las manos y dan un mal espectáculo y cansan en exceso, pero no, hay que mantenerlas en e aire en función de quién sabe qué compromiso y quién sabe qué designios torcidos del semáforo donde nos tocó representar. Y las más ligeras, alegres bolita de ping-pong y pompas de jabón iridisadas, sueños desaforados, brillantes ideas descabelladas, esas que más quisiéramos ser, esas bolas escapan sin remedio al malabarista tan pronto las echa a vuelo.
No se cansan de llegar pelotas y más pelotas y nada más no podemos dejar que se vayan –el tiempo tiene sus limites-, pero igual otras se caen y empezamos ahora sí, da la impresión que desde toda la vida, a quedar insistentemente mal. Con que sólo pudiéramos quedarle mal al pobre sepulturero.

Mauricio Ortiz, Del Cuerpo.
Imagen tomada del blog de Alicia

miércoles, 1 de octubre de 2008

Rumbo a Letras de la frontera


I
Era un jueves en que todo amenazaba con la rutina cotidiana: levantarse a las 6:30, pedir a las hijas que se vistieran con prisa, preparar el desayuno, el lonche para el recreo, despedirlas en la puerta con un par de recomendaciones, regresar a la cocina para continuar la preparación del almuerzo, esta vez para mi esposo y para mí.
¿Te vas? Me preguntó él en la sobremesa. Sí, en cuanto esté lista. Le contesté.
Luego de las nueve, el día se hizo diferente: buscar algunos ejemplares de mis cuadernos de poesía: reencontrarme con textos editados en los ochentas, en los noventas: Seleccionar de entre ellos algo, y también de lo actual.
Preparar mi otra parte del equipaje: algunos cambios, no olvidar mis gafas, pasaporte y visa. Meter también un montón de documentos que a mi juicio pudieran convencer a los gringos que voy a San Antonio de entrada por salida.
Luego de la 1:30, ya es hora de pasar por las hijas a la escuela, comprar algo para la comida, hacer una exhaustiva planeación logística de las actividades de las niñas para entregárselas a su padre con la esperanza de que no se le haga grumos el engrudo de mi ausencia.


II


Llegué a Matamoros cerca de las 9:00 de la noche. Cené unos taquitos antes de cruzar.
Cerca de las 10:00 caminaba sobre el puente. A esa hora del jueves nadie deseaba solicitar permiso para internarse, excepto yo.
El trámite fue rápido en comparación de otras ocasiones. Cuando le dije al hombre detrás de la ventanilla que estaba invitada a un encuentro de escritores, me pidió pruebas: los libros que ha escrito.
Llevaba tres ejemplares distintos y se los mostré.
El hombre abrió uno de ellos, comenzó a leerlo con un gesto inexpresivo.
Estuve nerviosa, pues esa manera de leer parecía de un crítico avezado.
¿Qué tal se le ocurrìa negarme el permiso diciendo: esto no es poesía?
Entonces me miró por encima de los cristales de sus anteojos y cambió de ejemplar de lectura.
¿Esto es lo que usted escribe?
Si, respondí cohibida.
Por último, hojeó el tercero y finalmente estampó un sello de estancia en E.U. por seis meses.

III

Sincronizado con mi salida de las oficinas de migración llegó Ramiro.
Se me olvidó la pijama. le dije.
No quiero molestar de más, pero tengo que ir a comprar algo para dormir.
Él entre otras cosas me respondió: cancelaron cinco compañeros su viaje.
Quizá mañana tengamos lluvia y viento en carretera.
No esperamos público debido a las tormentas que ocasione el ciclón Ike.
Tampoco tenemos hotel, pues medio Houston se evacuó hacia esa zona, pero los organizadores nos han buscado acomodo, no te preocupes ya tenemos donde dormir allá.
IV
El viaje se hizo fácil.
Sin lluvia ni viento.
Ramiro al volante, Juan Antonio de copiloto.
Alejendro Rosales y yo en los asientos traseros.
Mientras les leía Caca, Sangre, Pedos y otros textos de Del cuerpo, de Mauricio Ortiz, la real nota escatológica fue la de Alejandro, cortándose las uñas al descuido, dejando esos inútiles ya, pedazos de su humanidad en los tapetes.
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